Otra semana a la buchaca

Semana del 3 al 9 de febrero. Siete sesiones en siete días, pleno, aunque con algún matiz que no es más que el de que el sábado la parte central del entrenamiento no fue la carrera, sino el lanzamiento de peso. Acudí al campeonato de invierno de veteranos para ir cogiendo puntos de cara al campeonato de clubs de veteranos que se celebrará el próximo verano y en el que el año pasado participé junto a mis compañeros del Páris.

Para alguien que no lanza habitualmente, una competición supone poco esfuerzo y es más el peligro de hacerse daño si se hace algún más gesto que la dureza de la competición comparado con los que sí saben lanzar y compiten para mejorar sus marcas. Total, que con todo eso quedé penúltimo de todos los que lanzábamos con el peso grande, el de 7,260 kg., y cuarto, medalla de chocolate y último de mi categoría, 40 a 44 años.

El resto de los días, lunes a viernes y domingo, tres días de carrera continua suave de 6 km. y otros dos en los que ya he llegado a los 10 y en los que además he metido algún cambio de ritmo o he optado por ir en progresión, siempre por sensaciones, sin medir tiempos ni distancias de esos cambios y por con el solo propósito de probar cómo respondo cuando me exijo algo más. Y la verdad es que me estoy sintiendo bien.

Esta semana voy a seguir con la misma tónica, aunque intentaré ir metiendo algo más de volumen y algún día algo más de intensidad. También intentaré lidiar contra los elementos. Llevamos un mes de febrero en el que está siendo difícil entrenar sin alguna inclemencia: viento, lluvia, nieve. Es lo que toca en estas fechas pero no por ello va a significar que es lo mejor para hacer un entrenamiento que muchas veces hay que conformarse con sacarlo para delante.

Me veo bien para volver al ruedo de las series pero como dije voy a seguir siendo cauto y esperar a marzo, que tampoco hay prisa y mi primer objetivo, el 10.000 del Mapoma, sería 8 semanas después de mis primeras series, tiempo más que de sobra para hacer un papel digno.