martes, 16 de julio de 2013

Las grandes distancias se acaban entrenando despacio

No deja de hacerme gracia cuando le digo a alguien que no está introducido en el mundo del atletismo que voy a hacer una carrera de 800 m. o 1.500, por ejemplo. "Eso está chupado", suele comentarme mi madre. Claro, piensa que qué es hacer un km. y medio cuando mis primeras carreras lo eran en su mayoría de 21 ó 42 km. Tampoco es plan de explicarle que un 1.500 no es un 28ª parte de un maratón. De hecho aunque las dos son carreras y ambas son atletismo, son casi deportes diferentes.

Y a partir de aquí están los debates de cómo preparar a un atleta que en una temporada disputa maratones y medias maratones pero que también hace sus pinitos en la pista con carreras de las distancias que comentaba anteriormente. Yo defiendo la postura de que hasta la media se entrena de una determinada manera y el maratón ya se entrena de una manera diferente. Por ejemplo, yo opino que se parecen más un 10.000 y una media, que una media y un maratón. Y en el mismo saco que un maratón englobo ya distancias superiores.

Y creo que la clave para poder terminar con garantías carreras más largas que el maratón está en hacer un entrenamiento concreto de una manera determinada. Hay que aprender a correr despacio. Estas carreras van a obligar a nuestros músculos a nutrirse de las reservas de grasa y eso se entrena precisamente corriendo despacio. Y algo que parece tan sencillo como decirlo es harto complicado sobre todo para corredores que están habituados a determinados ritmos. Un corredor que hace series de 1.000 a 3.45 no sabe correr a 6' el km.

¿Por qué hay que hacerlo así?
Se trata de que el músculo se acostumbre al esfuerzo que le proporciona el carburante malo, las mencionadas grasas. Y para que se acostumbre, hay que entrenarlo. No vale llegar el día de la prueba y ponerse a 6' porque el cuerpo no está adaptado y sufrirá. Con las semanas los kilómetros irán saliendo más rápidos con igualdad de esfuerzo. Y sobre todo, habiéndose acostumbrado a la gasolina mala, siempre nos quedará la reserva del glucógeno, eso que nos proporciona las famosas comidas de la pasta y que cuando se agota nos transporta al muro.

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