domingo, 4 de noviembre de 2012

Maratón de Nueva York ¿una cuestión de principios?



Lo normal un día como hoy, domingo 4 de noviembre, primero del mes, es que los amantes del atletismo en general y de las carreras en ruta y maratones en particular, hubiéramos disfrutado con el maratón de Nueva York. Pero ayer se dio a conocer la noticia de que la carrera se suspendía a causa de los daños causados por el huracán Sandy.

La noticia de la suspensión no ha sido ajena a la polémica. En las primeras informaciones se decía que el maratón iba a celebrarse y tras el paso del huracán a partir del miércoles los responsables de la organización empezaron con los preparativos de uno de los eventos a nivel mundial que trasciende de lo deportivo para convertirse en todo un símbolo de la ciudad.

Pero las consecuencias del paso de Sandy fueron mucho peores de lo que cualquiera hubiera previsto y deseado y en cuanto se supo que la ciudad se estaba preparando para celebrar la carrera se levantaron las voces en contra que criticaban, entre otras cosas, que un evento deportivo -lúdico, por tanto- no debería acaparar los recursos que se deberían destinar para la reconstrucción de la ciudad. Y estamos hablando de millones de hogares sin luz, colas kilométricas para conseguir gasolina, etc. Parece, por tanto, que el sentido común dictaba que lo mejor era dedicarse a levantar la ciudad y una vez levantada ya habrá tiempo para divertirse.

En lo deportivo, son miles las personas que han acudido a Nueva York y que una vez allí se han encontrado con la noticia de la suspensión (hay que recordar que ésta se dio el sábado) y que se "han comido el viaje". Cierto es, aunque no lo es menos que la mayoría de los que van al maratón de Nueva York aprovecha para hacer turismo. Otra cosa es el turismo que se pueda hacer en una ciudad medio devastada.

Si se llega con muy buen pico de forma, se puede estirar un par de semanas más e ir a otro maratón ya que hay más que longanizas. Y, sobre todo, conviene pensar que los corredores no somos el ombligo del mundo y a veces hay que pensar en la humanidad antes que en nosotros mismos.

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