domingo, 24 de junio de 2012

Un día van solas, el siguiente no van

Por la cosa esta de los horarios estivales y por mi poca propensión a madrugar, aunque es verdad que según uno va madurando va costando menos, las dos últimas sesiones deportivas han sido en indoor, en concreto en el gimnasio. Mucho mejor estar haciendo ejercicio con aire acondicionado a hacerlo a más de 30º, aunque lo que le guste a uno es echarse al parque y tirar millas.

Como llevo unas semanas en paro biológico a la espera de los resultados de unos análisis (me temo que estoy con varios de los niveles en el límite inferior o por debajo de éste) he optado por sesiones con muy poco peso y con mucha repetición. Cuando uno está en harina, hacer ejercicios con esta intensidad es poco más costoso que dar un paseo. El peso se levanta bien y si se hacen n repeticiones se podría hacer muchas más.

A pesar de lo liviano del ejercicio no he sido ajeno a ciertas reacciones que suelen ser muy habituales en estos casos. La primera, que una vez terminado el ejercicio las piernas parece que han cobrado vida propia. Cuando ya estoy reposando los músculos siguen moviéndose como si estuviera encima de la máquina.

La segunda es el día después y los siguientes en forma de las temidas agujetas. De un día para otro las piernas pasan de tener vida propia a no querer tener vida. Uno va andando como si fuera robocop y hacer cualquier esfuerzo extra supone todo un reto. No digo nada cuando te levantas por la mañana o echas a andar después de estar sentado durante unas horas.

En fin, consecuencias de ejercitarse en el GYM.

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