martes, 28 de octubre de 2008

¡Que hambre!

Ayer me volví a casa corriendo. Fue una carrera interruptus pues recibí dos llamadas de teléfono, pero como la intención de ayer no era otra que la de sumar kilómetros tampoco me importó tanto. Luego, ya casi en casa, me paré en el parque de Arcentales y me hice unas cuestas (10).

Lo que me llamó la atención fue que al llegar a casa estaba canino y me comí todo lo que había encima de la mesa, un par de piezas de fruta y para rematar algo de dulce. No me explico a qué viene tanta hambre, más cuando comí bien y, sobre todo, el entrenamiento no fue para tanto (o al menos eso me pareció a mí).

Lo bueno de esto es que, como dicen las abuelas, si el niño come es que no está malo :-)

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