miércoles, 25 de abril de 2007

Viendo anochecer

Los martes suelen ser días tranquilos en lo atlético. Hay que tener en cuenta que los lunes hay series y los miércoles también. Con tanta tralla el cuerpo te pide descanso del lunes y la mente te lo pide para estar bien el miércoles. Y así suele ser casi todos los martes.

Llegué a casa después de un poquito de atasco y me puse a hacer los deberes con Miguel. Cuando terminamos eran ya las ocho y media pasadas, así que me puse los trastos de matar y me bajé al parque pensando que iba a estar más solo que la una y que iba a ser un rodaje tranquilo.

De entrada me encontré con una vieja despotricando contra todo lo que se movía más rápido que a la velocidad del paseo, ya fuera a pie (corriendo) o en bici. Vamos, que se despachó bien agusto con todos y todas. No sé que mosca le habría picado pero el caso es que su actitud era para darle un par de hostias bien dadas.

Aparte de esto, que no pasó de la anécdota, queda claro que cuando llega el buen tiempo la convivencia en los parques se hace difícil. Por un lado estamos los corredores y por otro está el resto de la gente, incluyendo señoras que salen a pasear ocupando todo el ancho de la calle, niños, perros. Todos tenemos derecho a estar pero cuando estamos todos se hace difícil que lo estemos como nos gustaría. Sirva esta reflexión como ejemplo de por qué son necesarias las pistas de atletismo.

Aparte de todo esto 12 kilometritos a buen ritmo. Empecé todavía de día pero cuando acabé ya era de noche. Y, como Miguel, deberes hechos.

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